Hay muchas formas de conocer los paisajes de nuestra región, y una de las más llamativas, es hacerlo a lomos de un caballo, a través de una ruta por los Picos de Europa, por las playas de Llanes, o completando las etapas del Camino Primitivo de Santiago. Una posibilidad que ofrece el Centro Ecuestre Appaloosa, propiedad de Antonio Sariego, y ubicado en la parroquia de Viella (Siero), en pleno centro de Asturias, donde llevan más de una década. Pero su experiencia con los caballos, es mucho más amplia. “Mi padre era tratante de caballos, y siempre los tuvimos en casa”, recuerda Toni. En su centro ecuestre, donde actualmente hay unos 40 animales -de los cuales 25 pertenecen a la Escuela, que pastan en las fincas cercanas-, hacen pupilaje, “domamos y desbravamos caballos para otros propietarios y como cada Navidad, participamos con nuestros animales en varias cabalgatas de Reyes, por La Fresneda y otros barrios”.  Además, dan clases de equitación, a partir de los 7 años, y sin límite de edad. “Tuvimos como alumna a una abuela de 80 años, que nunca antes había montado. Le encantó, y se le daba muy bien”. Ahora sus alumnas son todo chicas, desde nietas a madres y abuelas. “Va un poco por modas. Ahora son todo mujeres, y muchas personas de cierta edad, que nunca tuvieron nada que ver con los caballos, y se animan ahora. Quien prueba, repite”. Van de paseo hasta el Alto de la Barganiza, o la Venta del Jamón, por caminos y senderos. Los domingos, cuando el tiempo acompaña, van hasta La Figarona, y comen antes de emprender el viaje de vuelta. Toni y su mujer se encargan de todo el trabajo en la escuela, ayudados por algunas alumnas que, enamoradas de sus caballos, acuden a echar una mano, limpiándolos, peinándolos o dándoles de comer.

El nombre de Appaloosa, se debe a la raza de caballos moteados americanos del mismo nombre, que siempre le gustaron mucho a Toni (tiene dos en la escuela), “animales nobles, valientes, duros, caros, y poco frecuentes en España”.

Los veranos, son época de rutas. Viajan siempre con el apoyo de un camión, que transporta a los equinos hasta, por ejemplo, Somiedo, desde donde parten a caballo. “Dormimos en pueblos de León, y pasamos dos o tres días, o una semana”. Acude gente de toda España, y este año, contaron con varios grupos de Inglaterra e Irlanda. Y también hay polacos o italianos. “Nos conocen por las fotos de los Picos de Europa, y se enamoran del paisaje, y de la comida”. También hacen rutas a Santiago de Compostela, por el Camino Primitivo, que lleva de siete a nueve días. “Hay que tener una pequeña preparación previa. Hay que saber montar para pasar tantos días a lomos del animal”. “Entramos a primera hora de la mañana en la Plaza do Obradoiro, hacemos unas fotos, regresamos al camión, al Monte do Gozo a dejar los caballos, y después volvemos a sellar la Compostelana”. Pocos centros ecuestres ofrecen tantas y tan largas rutas a caballo. “Una vez incluso partimos desde Francia, desde Roncesvalles. Tres semanas de camino”. Para Toni, no hay mejor forma de disfrutar del camino que a caballo. “Las vistas desde Pola de Allande, o atravesando Tineo, por Hospitales, son espectaculares. Dormir junto al embalse de Grandas también es muy bonito”.

Cada caballo es diferente, y necesita un trato particular. Toni tiene en una caballeriza un gran semental blanco, campeón de varios concursos, cuyo dueño vive en el extranjero, y que ahora es la montura de chicas de 13 o 14 años. Y tiene como clientas a mujeres, de Oviedo, Gijón, Grado o Avilés, que guardan sus caballos en el centro ecuestre, y acuden a montarlos casi a diario. Y también un joven potro para dresbravar. “Algunos los domas en un par de semanas, otros en un par de meses”. Luego lo monta el dueño, y comienza dando paseos por los caminos de Viella, para que se acostumbren al ruido, a los perros, a los coches, a ciclistas y tractores, a las alcantarillas… “El caballo es muy curioso, pero también muy asustadizo”. Toni destaca a una yegua que llegó de Galicia, donde la iban a mandar al matadero, porque no se dejaba montar, y provocó varias caídas a sus jinetes. “Me enteré, la compre y la traje, y ahora es mansa y tranquila. Es la mejor para las niñas. Hasta vinieron sus antiguos dueños a verla, porque no se lo creían. Todo depende de cómo trates al caballo.”.

Toni es optimista sobre el futuro del caballo en Asturias. “Hay mucha afición, y mucha gente a quien le gustaría tener caballo, pero le faltan medios, porque un caballo no es un juguete, y requiere cuidados y atención”. “Cada vez hay más chicos jóvenes que se aficionan a los raids, o simplemente a montar los fines de semana”. Y gente que tiene el caballo como ‘terapia’, para desestresar después de sus jornadas laborales. Hay futuro, y en el Centro Ecuestre Appaloosa, hay cantera.