Por Vanessa Varela Bouza, ingeniero forestal

La expresión venta a resultas, o también la conocida como venta por tonelada, describe una práctica cada vez más extendida en el sector forestal. El propietario de una repoblación forestal vende su madera a una parte compradora, con la que previamente llega a un acuerdo en el precio por tonelada, que ésta le abonará después de talar y pesar dicha madera.

La venta a bulto es una venta a ciegas

A pesar de que parece la forma más lógica de vender o comprar un producto, curiosamente esta modalidad es relativamente reciente para el sector forestal en el territorio asturiano. Años atrás, la forma de venta llamada a bulto o a precio alzado, tenía prácticamente todo el protagonismo. El propietario vendía su madera a un precio fijado con la parte compradora no susceptible de cambio en función de las toneladas reales que salieran de su monte.

Dejando aparte opiniones subjetivas del grado de fiabilidad de la parte compradora, ni siquiera es preciso aplicar el sentido común para percatarse de que el propietario estaba haciendo una venta a ciegas, ignorando información básica y tan crucial, como son el volumen de la madera y el precio por tonelada.

Intervención directa de la industria

Este cambio en la forma de ver el mundo forestal por parte de los propietarios, tanto en los que se mueven en el entorno rural como en los que mudaron para las ciudades, se debe en gran medida a la intervención directa de empresas pioneras en el sector que durante años consiguieron la confianza de los vendedores de la madera aportando claridad y estabilidad mediante la firma de contratos de compraventa.

Estos contratos aportaban formalidad, garantías y certidumbre para ambas partes por razones obvias, los derechos y las obligaciones quedaban plasmados por escrito. Desde este momento, para el propietario deja de ser un acto de fe la venta de su madera.

Con la consolidación de la venta a resultas, el propietario está favoreciendo la desaparición de este oscurantismo que tanto asombró este mundo, en el que siempre era la parte vendedora la que salía perdiendo.

Esta modalidad además lleva implícito no hacer negocio con la propia madera, esto es, el propietario cobrará el precio acordado por las toneladas reales de su monte y la parte compradora cobrará por los trabajos de aprovechamiento y logística hasta el destino final de esa madera.

Asturias, enmarcada en un contexto de envejecimiento de la población y de abandono generalizado del medio rural, precisa sin más demoras que la sociedad tome conciencia del alto potencial forestal que tenemos entre manos, nada menos que cerca de la mitad de la superficie de todo el territorio asturiano.

Nuestros montes necesitan de auténticos profesionales, de propietarios innovadores que los sepan gestionar día a día, afrontando las problemáticas que los lastran desde hace décadas.

Siempre es posible encontrar una forma diferente de hacer las cosas. El sistema agroforestal por naturaleza está continuamente cambiando, por lo que es el momento de dejar las costumbres y las prácticas convencionales de lado para que nos permitan avanzar.