La Comisión Europea ha presentado sus estrategias de Biodiversidad UE-2030 y “De la granja a la mesa”. Los responsables comunitarios justificaron la necesidad de anunciar ambas estratégicas, sin esperar siquiera a sacar conclusiones y hacer balance de daños de la crisis del COVID en los sectores y en la economía europea y mundial.

Sin la presencia del Comisario de Agricultura y sin presentar un estudio de impacto previo sobre las consecuencias de las propuestas anunciadas, el vicepresidente de la Comisión Europea encargado del desarrollo del Pacto Verde Europeo, Frans Timmermans, acompañado de la comisaria de Salud y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides, y el comisario de Medio Ambiente y Oceanos, Virginijus Sinkevicius, presentó las grandes líneas de las propuestas de la Comisión que afectan de manera directa a la actividad cotidiana de más de diez millones de agricultores y ganaderos en la UE, utilizando mensajes populistas y buenistas, con marcada influencia ecologista para imponer restricciones y limitaciones en el modelo productivo agrario de la UE, posiblemente el más exigente y respetuosos con el medioambiente, el bienestar animal, gestión territorial y trazabilidad del mundo.

Las estrategias contempladas en el marco del Pacto Verde Europeo plantean:

  • Reducir el consumo de carne, revisar los programas de promoción de carne y productos cárnicos
  • Replantearse los apoyos a los sectores ganaderos productores de carne en el marco de la PAC.
  • Que el 10% de las tierras agrarias se destinen a elementos no productivos
  • Que el uso de abonos se reduzca en un 20%
  • Que el uso de fitosanitarios se recorte en un 50%
  • Que al menos un 25% del total de la superficie agraria de la Unión Europea sea ecológica para el año 2030
  • Abrir la posibilidad de incrementar hasta un 30% las zonas incluidas en Red Natura 2000, con las limitaciones que de ello se derivan para la actividad agrícola y ganadera.

El desmedido ataque que están sufriendo los sectores ganaderos, si bien ha sido ligeramente matizado en esta propuesta respecto a borradores anteriores, no encuentra justificación ni en la ciencia ni en la realidad económica y social. Se trata de un sector especialmente sensible a las alarmas que se pueden provocar por la difusión de noticias alarmantes y sacadas de contexto, cuando no falsas.

La ganadería ciertamente emite gases de efecto invernadero, al igual que múltiples actividades, pero ni de lejos es la responsable del calentamiento global. De hecho y según datos oficiales, tanto nacionales como europeos, el conjunto de los sectores ganaderos emiten menos algo menos del 7% de las emisiones GEI. Si descontamos el efecto positivo que tiene la ganadería en la ocupación de los pastos, praderas y dehesas, auténticos sumideros de CO2 y la labor del pastoreo y la ganadería extensiva en la conservación del territorio y la prevención de incendios, el balance se vuelve bastante más positivo.

Con este tipo de mensajes, la Comisión “ningunea” el esfuerzo y dedicación de los agricultores y ganaderos durante todos estos años, y muy especialmente durante los momentos más críticos de la crisis provocada por la pandemia del Coronavirus, que junto con las actividades más esenciales, han estado en primera línea para aportar seguridad y tranquilidad a los más de 500 millones de ciudadanos europeos, garantizando un abastecimiento diario de alimentos diversos, seguros, de calidad y a precios razonables para los consumidores.

La Comisión y los representantes políticos de la Unión, tanto de las administraciones nacionales, como del Parlamento Europeo, deben tener muy presente que la suficiencia alimentaria solo puede garantizarse a través de una actividad agraria que no se puede deslocalizar ni puede depender de las capacidades productivas de países terceros, que por ende, no están sometidos a los exigentes requisitos de producción que tienen que cumplir los productores europeos.

De igual manera, no se puede dejar recaer el peso de los costes de una mayor protección ambiental y climática únicamente en los hombros de los agricultores y menos aún acusarles de ser responsables de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero ni de la crisis climática que hay que combatir, cuando se trata de un sector que, gracias a la innovación y fuertes inversiones, ha contribuido en los últimos años a reducir las emisiones GEI y el uso de recursos naturales, a la vez que ha aumentado su productividad.