ENTREVISTA
Samuel Menéndez Trabanco, gerente del Grupo Trabanco

-Desde que nació, vivió entre manzanas y sidra.
-En nuestra casa la sidra es una seña de identidad. Los jóvenes tienen la pasión porque lo ven desde que nacieron y aunque hayan estudiado fuera de Asturias, en su casa la conversación diaria era si había manzana o no, si llovía o no, la floración, ayudar a la recogida… Con respecto a la formación en la vida, somos lo que vemos, eso se transmite. Yo tuve una época en la que quise combinar restauración y elaboración de sidra, e hice por mi cuenta el restaurante que tenemos, siempre pensé en sidrería y llagar. Luego volví a la empresa familiar, y ya me involucré totalmente.

-¿Cómo está actualmente el sector?
-Se vivieron años mejores bajo mi punto de vista, años muy buenos de crecimiento de consumo espectacular. Parece que a las generaciones más jóvenes les esté costando tomar sidra y están derivando a otras bebidas, fundamentalmente a la cerveza. A los asturianos la sidra nos debe correr por la sangre, es nuestra seña de identidad para bien y para mal. En Asturias está bajando un poco el consumo de sidra, aunque era imposible que siguiera incrementándose como otros años, pero sí estabilizarse. Me preocupa que decrezca a favor de otras bebidas que están acompañadas de un gran marketing, que es lo que despista a la gente joven.

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-Trabanco pertenece al sello de calidad Sidra de Manzana Seleccionada. ¿Satisfechos con el resultado?
-Es un sello al que pertenecemos junto a los llagares Peñón, Foncueva y Muñiz. Es un producto que me da satisfacciones año tras año que crece en consumo. La gente que entiende de sidra consume el producto porque tiene más calidad que las sidras que se encuentran en el mercado normalmente. Lleva un proceso de control de calidad y de cata. La gente se queja de que traemos manzana de fuera de Asturias para elaborar la sidra, pero finalmente es lo que demanda el consumidor, porque se consumen 25 millones de botellas al año en Asturias, y resulta que de la certificada o bien con denominación de origen o bien de manzana seleccionada, solo se consumen 3 millones de botellas. El consumidor qué pide, lo que cuesta menos. La Sidra de manzana seleccionada se vende menos por ser 50 céntimos más cara. Entonces si se consume la más económica, no pidas que deje de producirla.

-¿Se fomenta suficiente la cultura de la sidra?
-Los llagareros tenemos que esforzarnos más, no es difícil que la gente joven olvide la cultura de la sidra, somos asturianos y tradicionales, no se necesita un marketing agresivo, pero si es necesario intensificar las catas, las masterclass y el showcooking… los consumidores lo agradecerían.

-¿Nos afectará la denominación de sidra vasca?
-Yo no sé por qué la gente se altera tanto. Ellos intentan conseguir una denominación de origen, que nosotros hace 14 años que tenemos, es lógico que protejan su producto. La sidra vasca es una de las sidras que yo conozco que más se parece a la sidra natural asturiana, es más ácida que la nuestra. La realidad de la sidra vasca es que en un bar de San Sebastián una botella de sidra cuesta entre 5 y 7 euros, y la calidad pocas veces se aproxima a la nuestra. La sacan de la nevera congelada, te ponen un tapón de plástico y los pinchos son riquísimos pero valen dos o tres euros. Hablamos que una botella y un pincho cuesta 9 euros. En Asturias una botella de sidra buena, de selección cuesta 3 euros o 3,20 como máximo, y viene un camarero a servirnos cinco o seis veces, además nos regalan el pincho.