ENTREVISTA
Ketty Vives.
Directora de la Escuela de la Asociación Asturiana de Terapias Ecuestres

¿Qué beneficios ofrece la terapia ecuestre?
Depende de cada caso y necesidad, lo común a todos es el vínculo que desarrollan con el caballo, la mejora psíquica, el contacto con el animal… Los alumnos, tengan la problemática que tengan, se ven capaces de llevar el caballo, cepillarlo, hacerlo un poco suyo, al final cada niño trabaja con un caballo, lo cepilla, lo prepara, le trae su golosina, concursa cuando hay concurso de salto… Después se trabaja una parte física, psíquica o lo que se necesite, pero sobretodo el estado anímico es el factor común. Tengo chavales que comenzaron conmigo hace 15 años, empezaron conmigo siendo pequeñitos y continúan viniendo.

¿A qué se debe esa conexión especial que experimentan con el caballo?
La conexión del caballo con personas con dificultades aún no tiene explicación. No deja de ser un animal grande que impone, pero sin embargo el tacto, el calor que desprende cuando montas, el movimiento de balanceo, o de relax, es un conjunto de todo que al final los engancha. Y en adultos también, tenemos personas que pasan los 50 años y a lo mejor psicológicamente son niños. Otras personas más autónomas reciben clases más normalizadas. Al final la motivación, el jugar mucho encima del caballo, trabajamos la psicomotricidad, ponemos pinzas de colores para que trabajen los dedos, sumas, restas, cantas… En definitiva es un juego encima del caballo y vas buscando lo que ellos necesitan, es un conjunto de todo.

¿Cómo se asignan los caballos?
Normalmente cada niño tiene asignado su caballo y su monitor, dependiendo de su problemática. La asociación tiene cuatro caballos en propiedad, desde una pony a un caballo grande, y dependiendo del caso se le asigna un caballo u otro. Hay chavales que pueden montar cualquier caballo y hay otros con problemáticas físicas más específicas que necesitan un caballo más estrecho o con un paso un poco más largo…

terapia ecuestre 2¿Cuándo se realizan las terapias ecuestres?
Durante el curso escolar, de octubre a junio y la actividad del verano depende de la actividad de la instalación, que está cedida por el Patronato y dependemos de las actividades que tengan. Este año empezaremos en septiembre, depende un poco de cuándo sea el Concurso Internacional de Salto.

¿Cuántas personas participan en la actividad? ¿Quiénes forman el equipo?
Solemos contar con una media de 50 personas entre niños y adultos. El más pequeño de este curso tiene año y medio y los mayores tendrán cerca de los 60 años. Nuestro equipo está formado por cuatro personas, dos técnicos de equitación y dos monitores, todas personas tituladas. Funcionamos toda la semana de lunes a domingo y los niños suelen venir una hora a la semana. Hay chicos que no tienen tanta actividad como los niños pequeños y vienen dos días a la semana, aunque lo habitual es un día. Son clases de una hora y en función de lo que se necesite trabajar y el objetivo que se plantee están más o menos tiempo en el caballo, el proceso es distinto para cada niño.

Los caballos ¿necesitan un adiestramiento especial?
No vale cualquier caballo, generalmente contamos con caballos a partir de 6, 7 y 8 años, casi siempre son machos castrados porque es más fácil para trabajar y se busca que tengan un carácter especial, con un paso uniforme, muy nobles. Se trata de animales asustadizos, pero trabajamos previamente con ellos y los preparamos para que se acerquen a la rampa, los ruidos ya que estos los niños gritan, se enfadan, le pegan una patada o le tiran de las orejas… el caballo tiene que estar preparado para esas situaciones, y no todos los caballos que hemos traído nos han servido para la escuela.

¿Qué les diría a padres que tienen niños con situaciones especiales?
Les diría que acudieran a nosotros aunque sea a probar. Muchos padres imaginan que montar a caballo puede ser peligroso, la terapia es otro tipo de trabajo, están encima del caballo pero con un control, una seguridad y evidentemente con terapias individualizadas.

¿Alguna anécdota?
Muchas, recuerdo que cuando empecé, un chaval de 15 años me dijo que era la primera vez que no veía el ombligo de la gente. La sensación que él tenía de estar subido al caballo sería impresionante.