La Ganadería García y García S.C. siempre ha sido y continúa siendo una ganadería familiar que actualmente gestionan Emilio García, su mujer y uno de sus hijos que se ha incorporado a la sociedad, cuenta con un empleado y la ayuda de su otro hijo que con 15 años “ya es un gran apoyo”. “Nacimos y nos criamos aquí, siempre ayudamos en casa y seguimos trabajando en el sector lácteo”, explica Emilio García. Con 250 cabezas de raza frisona tienen actualmente 120 vacas en ordeño, 100 de recría y 30 vacas secas, animales para los que cuentan con unas 70 hectáreas de terreno. La media de producción de esta ganadería está entre los 29 y 30 litros por vaca y día. También tienen 30 madres de vacas de carne para el aprovechamiento de fincas que por su ubicación no pueden utilizar para los animales de leche.

La evolución de esta ganadería ubicada en La Pereda (Tineo) comenzó en el año 1981 cuando se construyó la primera nave, con un posterior aumento en el año 1999. La segunda nave se hizo en 2003 y la tercera en 2014. “Para hacer una de las naves contamos con la ayuda de un Plan de Mejora, para la última no, porque habíamos tenido un plan de mejora de maquinaria y otro para hacer unos silos”, comenta Emilio García.

Con respecto a la alimentación de sus animales  disponen de silo de maíz, del que también compran porque no les llega para todo el año y también disponen de silo de raigrás, alfalfa y pienso, concretamente de Nanta. Disponen de carro unifeed con el que elaboran las raciones para las vacas en ordeño, ya que al resto de animales los alimentan con silo, pienso y paja.

Con un sistema de estabulación libre, los animales en ordeño entran a la nave y salen a la finca cuando quieren, teniendo siempre la comida a libre disposición.

Emilio García no se muestra muy optimista ante la actual situación de los ganaderos de leche. “Según están las cosas ahora mismo pierdes la ilusión. Trabajamos mucho y muy duro,  y vemos que te queda muy poco margen de beneficio, tienes que estar mirando todos los meses que te llegue para pagar las facturas. Eso  además del sacrificio diario, esto no es un trabajo con descansos ni vacaciones, no hay tiempo libre ni se puede planear nada, porque siempre puede surgir algún imprevisto”, explica Emilio García. “Actualmente no nos queda ni un sueldo para cada uno, y nos están recortando las subvenciones. Analizando la situación vemos que cada vez nos cuesta más producir un litro de leche y el mercado está como está, no nos suben el precio, se mantiene, con lo cual cada vez nos queda menos beneficio”, afirma.

La Ganadería García y García SC ha realizado elevadas inversiones y Emilio afirma no ver el futuro nada claro. “Cuando los que tenemos entre 40 y 50 años nos jubilemos la gente joven no sabemos si va a seguir o no en este sector, ahora tienen otra mentalidad. Los pueblos en Asturias están envejecidos, hay pocos jóvenes y al no tener margen de beneficio no hay mucho futuro en el sector ni en la forma de trabajar, al menos si tuviéramos otros márgenes podríamos tener algún empleado más, pero no da para más”, asegura.

Aunque disponen como sistema de ordeño de una sala de 14 puntos, solamente para los ordeños de la mañana y la tarde necesitan dos horas y media por ordeño, a lo que hay que sumar la limpieza de cubículos, limpiar bebederos, pasillos y poner todo en orden, lo que les lleva en total más de cuatro horas dos veces al día.

Esta ganadería tinetense está certificada por Nestlé, empresa láctea a la que entrega la leche. “Como pagan por calidad, intentas que las células somáticas sean muy bajas para cobrar la AA e y tener proteína y grasa, ya que el precio base es pequeño”, explica Emilio. Esto también influye en su interés por la genética, ya que apuestan por “la calidad y no la cantidad de leche” que entregan. También disponen de la maquinaria necesaria para poder realizar todos los trabajos en la granja salvo el ensilado.

Con tantos animales son necesarios los cuidados. “Una vez al año se les hacen las patas y cuando alguna vaca enferma trabajamos con el centro veterinario de La Espina”, comenta. “Ahora se tiende a medicarlas lo menos posible”.

Además de las vacas de raza Frisona, al tener fincas no operativas para ellas, decidieron complementar su ganadería con vacas de carne. “Un año nos mataron dos novillas los lobos, y lo que hicimos fue meter vacas de carne en esas fincas. En este pueblo, todavía el otro día a 150 metros de esta nave los lobos mataron una novilla de 10 meses, al lado de la casa. A la Administración se le ha ido de las manos, los animalistas lo ven todo normal, pero no analizan la forma en la que los lobos matan nuestros animales. Cuando esto sucede, vienen a ver el animal, valoran si fue un lobo o un perro salvaje y si te pagan algo tardas bastante en cobrarlo. El ganadero perdió la novilla y esa pérdida supone más que la aportación económica que puedan darte. Incluso hay ganaderos que no tenían nave donde meter los animales y los vendieron antes de verlos muertos por el lobo”, relata Emilio.

Y es que parece que en los últimos tiempos ver a los lobos por esta zona es habitual. “Antes escuchabas que en el monte habían matado algún potro puntualmente, pero no veías lobos, yo este año veo dos lobos que andan en pareja y otro que anda solo y parece que están cada vez están más cercanos a la gente”, explica.

Para Emilio la despoblación es otro de los graves problemas que afecta a las zonas rurales y aunque Tineo es un concejo grande reconoce que “no quedan tantas ganaderías, por ejemplo en este pueblo en La Pereda hace 20 años había unas 40 ganaderías y actualmente quedamos siete”.

Los ganaderos que se mantienen tienden a tener un elevado número de animales en producción y la explicación para Emilio es que “el ganadero busca tener comodidades, pero hay que mantenerlas, lo que te obliga a ir a más animales. Actualmente nosotros tampoco podemos crecer más porque tenemos que adaptarnos a la cuota de leche que te da la empresa láctea y si te pasas, esos litros te los pagan como leche de intervención, con lo cual no interesa y nos intentamos adaptar a ella, no compensa pasarse”, concluye.