La crisis de la COVID-19 ha paralizado un sector formado mayoritariamente por negocios familiares y, en muchos de los casos, regentados por mujeres, el del turismo rural. “Íbamos a cumplir nuestro primer año abiertos y nos cancelaron todas las reservas”. Quien así habla es María García, propietaria de ‘El Papu Coloráu’, una casa de aldea de tres trisqueles, situada en Tornín, Cangas de Onís.

“Por fin empezábamos a afianzarnos, pero el coronavirus lo ha parado todo, asegura García, quien considera que “el cierre nos ha pillado a todos desprevenidos y lo que toca ahora es prepararse para abrir en condiciones de seguridad para nuestros clientes”.

‘El Papu Coloráu’ es una antigua casona asturiana adaptada para personas con movilidad reducida y con capacidad para hasta 16 personas que se alquila íntegramente. “Creemos en un turismo familiar, accesible, sostenible y respetuoso con el medio ambiente y esta crisis no ha hecho más que reafirmarnos en nuestros valores”, remarca García, quien destaca que su actividad “repercute directamente en la economía rural y el pequeño comercio”.

Las hermanas Eva y Valle Baranda se vieron en la misma situación al decretarse el estado de alarma. Ambas son las propietarias de los apartamentos rurales ‘Fuente de San Antonio’, situados en el pueblo de Villanueva, en el concejo de Cabranes. “Nada más informarnos del cierre, el puente de mayo y toda la Semana Santa hasta julio, cancelado. Llevamos quince años funcionando y, por suerte, nuestros clientes nos conocen bien y saben que como aquí, no van a estar en ningún lado”, señala Eva.

En ‘Fuente de San Antonio’ podremos encontrar cuatro apartamentos con capacidad para entre cuatro y seis personas, además de actividades como talleres de textiles, fabricación de jabón o estampación artística. “La mayoría de nuestros clientes son de fuera y las cancelaciones dependerán de cómo vaya la desescalada, por eso hemos sido flexibles con las reservas, asegura Baranda. Ante la incertidumbre inicial, en este establecimiento de alojamiento rural esperan volver a funcionar en agosto a pleno rendimiento adaptándose a las nuevas exigencias sanitarias, por ello, dedicarán el mes de junio para tenerlo todo listo. “La confianza la generamos nosotros mismos. Si trabajas bien, tienes clientes”, incide Eva.

“De las reservas que teníamos, solo una familia decidió aplazar, el resto optó por cancelar y devolvimos las fianzas sin ningún problema”, explica Patricia Fernández, gerente en ‘La Pomarada del Mar’, una casa rural de nueva construcción enclavada en  Villaverde de la Marina, en Villaviciosa. “Somos un negocio familiar y nuestros huéspedes también suelen ser familias. Algunos esperaron hasta el último momento para cancelar, indica Fernández.

‘La Pomarada del Mar’ tiene una capacidad de hasta 17 personas y abrió sus puertas en 2013. Además del cierre obligado por la pandemia y las cancelaciones, las consecuencias económicas también han hecho mella en el turismo rural. “Hemos tenido que prescindir de una asistenta con todo el dolor de nuestro corazón, porque estábamos muy contentos con ella. Queríamos hacerle un ERTE, pero prefirió la liquidación”, señala Fernández, quien confía en “ver la luz al final del túnel en agosto, el mes en que todavía tenemos casi todas nuestras fechas reservadas”.

Sara Freije está al frente de Casa Manolón, una vivienda vacacional situada en el pueblo de Castrillón, a diez kilómetros de Boal. “Empezamos hace seis años y al principio solo venían amigos y conocidos. Poco o poco hemos ido formándonos una clientela y hasta estábamos preparando otro apartamento en la parte de abajo, pero con todo esto de la pandemia, tendrá que esperar”, destaca Freije. Con seis plazas de capacidad. Casa Manolón forma parte de la antigua casería familiar y todavía conserva un cabazo, ejemplo de la arquitectura tradicional del valle del Navia. Al contrario que los otros alojamientos entrevistados, han decidido echar el cierre, al menos, durante esta temporada estival. “No vivimos de ello y preferimos cerrar este verano. En esta zona no ha habido ningún infectado y queremos que siga siendo así. No tiene por qué pasar nada, pero preferimos curarnos en salud”.

La limpieza como clave

María García también comparte esta preocupación con Freije, pero ultima la reapertura y añade que desde ‘El Papu Coloráu’, además de implementar todas las medidas de higiene y desinfección, vamos a formarnos y a inculcar a nuestros clientes el respeto por la población rural. Es muy importante que mantengan la distancia de seguridad y vamos a proporcionar a quienes se alojen en nuestra casa, mascarillas y gel desinfectante de manera gratuita”, remarca. Eva Baranda añade que “tendremos que mostrar aún más esmero en la limpieza y fijarnos en cada detalle, como puede ser una manilla de una puerta o sitios a los que antes no se les prestaba tanta atención”. “Siempre hemos sido forofos de la lejía, pero ahora, con mayor motivo”, subraya Patricia Fernández.

Protocolos de garantía sanitaria

La limpieza y desinfección de todas las estancias son fundamentales para poder disfrutar de unas vacaciones en condiciones de seguridad. Por ello, la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Turismo ha proporcionado unas directrices de actuación a todos los alojamientos y casas rurales. Las propietarias de los cuatro establecimientos hosteleros destacan que las administraciones han actuado con rapidez. “Nos llegó un protocolo desde la Consejería de Turismo y vamos a dedicar todo el mes de junio para estudiarlo y cumplirlo a rajatabla”, explica Eva Baranda. En cuanto a ayudas para compensar las pérdidas ocasionadas por la pandemia y las restricciones de movilidad, la hostelera cabraniega señala que “los trámites de concesión han sido ágiles y hemos podido cobrar la ayuda de autónomos, que no te soluciona nada, pero nos da un pequeño empujón para aguantar estos meses”. Sara Freije explica que “desde el Principado nos están ofreciendo talleres online en los que se imparte lo necesario para abrir con garantías, aunque este verano no lo hagamos”. Para Patricia Fernández, “en Villaviciosa hemos estado muy bien asesorados en todo momento desde la Comarca de la Sidra”. Pero, como en todo acontecimiento imprevisto, las dudas son inevitables. “Todavía no sabemos cómo y qué actividades podemos ofertar a nuestros visitantes. Por ejemplo, se está hablando de que puede ser peligroso bañarse en los ríos y, para nosotros, con el Sella y el Dobra al lado, supone una preocupación”, indica María García, quien exige “una normativa clara y concisa” al respecto para “evitar incertidumbre y confusión”.

Métodos de desinfección

Otra de las incógnitas es la aplicación de ozono o de luces ultravioleta. Ambos servicios se han publicitado en distintos medios como solución para eliminar la posible presencia del virus, pero el protocolo aportado por Turismo no lo aconseja. “Nos han dicho que nada de ozono, ni de luces ultravioleta. El primero porque no es eficaz y el segundo porque la potencia que hay que utilizar puede ser peligrosa”, explica Eva Baranda, quien añade que “vamos a retirar todo lo superfluo de nuestra decoración. Si antes teníamos un ramo de flores, ahora pondremos otra cosa”. “El gel hidroalcohólico va a ser fundamental para el desarrollo de nuestra actividad. Por eso pondremos dispensadores para uso de clientes y personal”, añade Patricia Fernández. “Aseguraremos la desinfección en cada cambio y digitalizaremos todos los folletos informativos de los que disponemos. Además, tendremos un termómetro sin contacto para tomar la temperatura de nuestros visitantes” aporta María García como algunas de las medidas a tomar para ofrecer una estancia segura en sus instalaciones. Los desinfectantes tradicionales son, según las autoridades sanitarias, los que mejor garantizan la esterilización de suelos, textiles y demás superficies con las que podamos entrar en contacto. “Tanto desde Turismo, como desde OTEA nos recomendaron que sigamos utilizando los productos que solemos usar habitualmente”, apunta Eva Baranda. Por otro lado, tanto Baranda como Sara Freije coinciden en señalar que desde las administraciones se promocionan siempre las mismas zonas de Asturias, en detrimento de otras menos conocidas.

“Hay campañas que son muy parecidas y, al final, tenemos Llanes de bote en bote y los de la comarca de la sidra parece que ni existimos”, recalca Baranda. “En el occidente, toda la publicidad es para los Oscos, pero concejos como Boal, Navia, Villayón o Illano también tienen mucho que ofrecer y no se les da tanto bombo”, reivindica Freije.

Espectativas tras la desescalada

En cuanto a perspectivas de futuro, todas las entrevistadas se muestran optimistas y preparadas para encarar la nueva normalidad. “Lo que perdimos, perdimos y ya está. Hay que seguir adelante. Además, estoy tan orgullosa de mi casa que me hace hasta ilusión enseñarla, aunque no me la alquilen. Por eso creo que no habrá problema”, señala Patricia Fernández. “El turismo rural y la vida en el campo es un lujo que todos desean” subraya Eva Baranda, para la que un entorno natural aporta “un valor añadido que se va a apreciar aún más”. En concejos como Boal, donde la despoblación ha sido la tónica habitual en las últimas décadas, el turismo rural puede ser una actividad que genere empleo y fije habitantes. Por ello, Sara Freije opina que “se ha hablado mucho de la España vacía y con esta pandemia nos vamos a dar cuenta de su importancia. Este es un pueblo pequeño, pero tenemos una vida social que ya la quisieran para sí muchos pueblos más grandes que el nuestro”, afirma convencida. Por su parte, María García destaca que “lo que más ensalzan nuestros clientes es la calidad de vida, la tranquilidad, el aire puro y el contacto con la naturaleza que pueden experimentar en nuestra tierra. Haremos todo lo que esté de nuestra mano para seguir ofreciéndoselo”.