El tratante de ganado ha sido y sigue siendo una figura relevante en el ámbito ganadero asturiano. Como tal, se denomina a la persona que compra animales para posteriormente proceder a su venta obteniendo por ellos un beneficio, es decir, un intermediario. Todos podemos recordar aquella imagen con la que se les identifica, hoy ya en el recuerdo, del ganadero y el tratante cerrando un trato después de un tiempo de regateo dándose la mano para sellar el acuerdo. Eran tiempos en los que la burocracia no presionaba y un apretón de manos equivalía a cualquier contrato firmado. La profesionalización tanto de ganaderos como tratantes, la crisis económica, la aparición de las nuevas tecnologías e internet y la evolución general de la sociedad han provocado que el tratante se adapte a los tiempos que corren. Según nos dicen, ya han pasado tiempos mejores y actualmente a la falta de relevo generacional hay que añadir la escasez de animales y los precios bajos.

Fernando Solís es un tratante que eligió continuar con la profesión que ya ejerciera su padre, y con 17 años empezó con el trato. Nacido en El Caliero (Avilés), actualmente reside en El Chano de Luarca y recorre el occidente de Asturias y algunos puntos de la zona centro (Gozón, Avilés y Castrillón) además de los mercados de Pola de Siero, Torrelavega o Galicia comprando animales. Afirma que “se le metió el gusanillo del trato en la sangre”. Nos recibió en una de las fincas donde guarda los animales de compra/venta, concretamente en Veyo (Llanera). “Mis fincas son de paso para los animales, aquí suelo tener 15 animales de carne, Asturiana de los Valles y alguna cruzada”, explica Fernando.

Además de reconocer los bajos precios del momento afirmando que el precio de “pasteros y mamones (terneros de menos de 42 días) es muy bajo”, reconoce que el de carne se mantiene, también comenta que su trabajo es variable según la semana, suele acudir al Mercado Nacional de Ganados de Pola de Siero y “una vez puedes llevar 50 animales y otra 20”.

Los tratantes tienen una rutina muy marcada, el domingo recogen las vacas y pasteros que compraron durante la semana, lo concentran en una cuadra para el lunes temprano cargar el camión y acudir a vender al Mercado de Pola de Siero. Los lunes allí “se vende todo tipo de ganado y los jueves los mamones. Suelen ir para todas partes de España y Francia”, comenta.

Entre sus clientes “de muchos años” tiene a un comprador de Mallorca que compra animales en Asturias “tres o cuatro veces al año”. Concretamente la semana pasada Fernando Solís le vendió 47 animales, aunque en otras ocasiones puede llevar más del centenar. “En esta ocasión llevó terneras de cinco meses, las tiene en Lérida un par de meses donde un granjero las desteta y vacuna para después llevarlas en barco a Mallorca donde se suelen sacrificar al cumplir el año”, nos explica Fernando. “Allí les gusta la raza Asturiana de los Valles, su interés es ponerle al animal los máximos kilos posibles, y el ganado asturiano no engrasa mucho, aunque tarda más en crecer tiene una excelente calidad de carne”, afirma.

Todas las semanas envía vacas para el Matadero de Montellos en Betanzos, “allí se sacrifican sobre 1.000 vacas a la semana”, cometa Fernando. “Siempre tienes particulares que te compran terneros, y clientes que luego los ceban para carniceros, o también vendo terneros de carne para los propios carniceros. Luego al Mercado Nacional de Ganados de Pola de Siero vas un poco a la aventura”, relata Fernando.

Con respecto a la práctica habitual en los tratos, Fernando Solís reconoce que lo de darse la mano con el ganadero para cerrar el trato “ya pasó de moda”. “Los ganaderos intentan sacar lo máximo posible porque tienen poco beneficio, pero nosotros en la venta tenemos que adaptarnos al mercado, incluso a veces podemos tener pérdidas. El negocio está como la bolsa, un poco en el aire”, opina. Los intentos que hubo a través de alguna cooperativa de que el ganadero saltara la figura del intermediario, en este caso del tratante no fueron efectivos ya que “el ganadero prefiere saber lo que va a sacar por el animal, cargar y cobrar, no ir a la aventura”, explica Fernando. También se habló de que el ganadero incluso pone actualmente en venta ganado por internet, pero parece que a los tratantes no les influyen las nuevas tecnologías, ya que “al contrario, el que se anuncia suele pedir por el animal más de su valor”, explica.

El futuro para los tratantes para Fernando Solís “es incierto porque los ganaderos resisten los bajos precios de la leche y los terneros no son rentables por lo que si a ellos no les va bien a los intermediarios tampoco”, opina. Y es que tienen que hacer frente a “muchos costes”. Uno de ellos es el pago del saneamiento cuando tienen el ganado más de un mes en la cuadra. Él economiza en el transporte ya que cuenta con un camión para recoger el ganado, aunque hay que pagar gasoil, ruedas, talleres… “Estamos todo el día en la carretera en coche o camión, yo hago 100.000 km de media anuales”, afirma. Y tenemos que añadir el riesgo de que “un animal rompa una pata y lo tenga que llevar a Cogersa”.

Otro de los problemas que tienen que afrontar es la burocracia, “en Asturias con los ganaderos es cómodo porque con el Documento en Movimiento (DM) mueves el ganado fácilmente, pero para moverlo de comunidad tenemos que hacer mucho papeleo”, explica Fernando.