La afición de Enrique Díaz Barbón se puede decir que es de herencia familiar. Su abuelo murió joven, y ya su padre, que se crió con el bisabuelo de Enrique, fue un gran pescador desde pequeño. Recuerda aquellos años en los que aún no se pescaba a caña, “se hacía con redes, traínas, máquinas…” Posteriormente todos estos métodos se prohibieron para pescar a caña. “Nací  con el río al lado de casa, en el barrio de Repolles, en Corias de Pravia. Cuando era pequeño, los medios eran tan sumamente escasos que mi padre no nos daba anzuelos, porque costaban dinero, lo que hacíamos era doblar un alfiler con forma de anzuelo y pescábamos algo” rememora.

-¿Recuerda cuando se federó?

Con doce o trece años ya mi padre me sacó licencia, ya se daba para los menores de edad a un precio más económico. Yo en aquella época pescaba trucha, más tarde, a los 16 años, ya comencé a pescar salmón. Llegó la época de trabajar, lo hice varios años en la fábrica de mantequilla de Arias aquí en Corias. A la salida del trabajo íbamos a pescar. Pescaba unos 20 salmones, y mi padre llegó a alcanzar los 40. En aquel momento era un medio de vida y además había gran cantidad de salmones. El Narcea tuvo años de dar más de 2.000 salmones.

-Recientemente recogió un galardón en Belmonte. Háblenos de ello.

-Fue por haber pescado el salmón de más peso del Narcea de la temporada. Lo pesqué en un pozo llamado El Fogueiro, en Luerces. El salmón pesó 10,660 kilos. En los años que el Narcea tenía salmones, cuando se abría la veda el primer domingo de marzo, era normal, los salmones de temprano eran comprendidos entre 7 y 15 kilos. Ahora un salmón de este peso es dificilísimo de encontrar, este salmón quizá ya viniese a desovar aquí un par de veces, para llegar a ese peso se necesitan años.

-¿Cómo ve el control que se realiza actualmente en la pesca?

-Hay cosas que están bien y otras más que regular. Veo que es una tontería que no se puedan vender los salmones, sí se venden, a no ser pescadores como yo que pescamos solo dos o tres y son para consumo familiar. Es una norma que debería de desaparecer, en el río no se pesca más ni menos por la venta, si no porque esté bien vigilado, ahí había que hacer hincapié, sobre todo cuando se cierra la veda. En época de veda nos vigilamos unos a otros, pero al cerrar la veda no se respeta nada. Y como no hay trabajo, hay gente que puede sacar dinero de ello.

-¿Cómo ve la afición?

-Hay mucho pescador para la pesca que hay. Se debería acortar el tiempo de pesca con muerte, pero si luego no se respeta nada, si quedan 20 salmones en un pozo y luego los pescan, da igual acortar que no. Hay que intentar que queden muchos salmones para el desove para poder ir recuperando poco a poco el río.

-¿Qué le gusta de ir a pescar?

-Pesco casi siempre a mosca, así pesqué cantidad de salmones. De hecho, el salmón que pesqué por el que me premiaron con el río crecido, si lo coge cualquier aficionado no sería capaz a sacarlo.  Tardé una hora y como estaba solo en un sitio con piedras lisas de orilla, un peso de esa envergadura es difícil de sacar, gracias a la experiencia.

-¿Cuál es su sitio preferido para pescar?

-Del Narcea todo, desde El Sucón a la desembocadura. Me gustan mucho unos pozos del Nalón, y la zona de La Cerezalina. No soy de un solo pozo, me gusta andar.

-¿Hay que tener mucha paciencia?

-Sí (entre risas). Esta temporada pesqué ese salmón y me picó otro, no tuve ni otra picada, es más la afición que la paciencia.

-¿Qué le gustaría cambiar?

-El embalse de calabazos. Con los medios que existen hoy se podría hacer un pequeño canal alto que tomara las aguas del río para que pudieran entrar ahí a desovar los salmones. Bastantes salmones llegan arriba y no hay forma de que desoven, es una pena porque los que llegan allí son los mejores. Otro problema sería la contaminación.