Lorena Margariño y Rubén Dos Santos decidieron cambiar sus vidas para hacerse cargo de la piscifactoría ‘Truchas del Pigüeña’ ubicada en Belmonte de Miranda. Ella trabajaba en un supermercado y él en la construcción. La pareja apostó por reabrir un negocio que les ofrecía un futuro estable. El 14 de diciembre la piscifactoría, que llevaba un par de años cerrada, celebra su segundo aniversario con buenas perspectivas.

-¿Cómo fueron los comienzos?

-El antiguo propietario, Aquilino, fue el que nos inició en la acuicultura. Nos enseñó durante los primeros meses de andadura el funcionamiento de la piscifactoría, independientemente de ello, llevamos dos años aprendiendo cada día, realmente el conocimiento te lo da la experiencia. Es un mundo complicado y somos muy pocos los que nos dedicamos a ello.

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-¿Cómo es el proceso de cría de truchas?

-En mi caso las huevas de trucha vienen de Huesca y de Galicia. Traemos la hueva, y comenzamos el proceso de cría con agua de manantial. La hueva es muy sensible a los cambios de temperatura, cuanto más estable sea la temperatura, más estable es la hueva a la hora del nacimiento y da menos problemas. Tras el nacimiento del pez, está en la incubadora del laboratorio hasta que tras un periodo de tiempo se le empieza a dar de comer, básicamente como a los peces de acuario. Luego la trucha se va cambiando de balsa a balsa según su tamaño hasta que alcanza el tamaño de venta, un proceso que dura unos ocho meses para conseguir truchas de unos 90 gramos. En verano las truchas comen dos veces al día y en invierno, como el agua está más fría, les llegamos a dar de comer cuatro veces, porque metabolizan la comida según la temperatura del agua.

-¿Cómo realiza la venta de truchas?

-Somos la piscifactoría más pequeña de Asturias. Al ser un negocio pequeño y local, nuestro cliente es el particular. A parte de eso, tenemos un reparto ordinario de martes a viernes y abastecemos pescaderías de Cangas del Narcea, de Pola de Allande y de Tineo, además de abastecer a restaurantes de toda la Vega de Miranda. Estamos intentando introducirnos en Oviedo, ya contamos con dos restaurantes en Gascona, sidrería Pigüeña y La Noceda. Intentamos enfocarnos también hacia la hostelería.

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-¿Qué producción tiene la piscifactoría?

-En invierno se vende menos que en verano, los meses fuertes son junio, julio, agosto y mitad de septiembre. Nuestra producción es de 12.000 kilos al año.

-¿Se valora lo suficiente la trucha?

-Depende de la zona, de nuestra producción el 75% se vende en Cangas del Narcea y Pola de Allande. En ese otro 25% está el cliente particular y lo que vendemos en la zona y en Oviedo.

-¿Qué es lo que los diferencia?

-Ofrecemos una trucha de más calidad, tenemos menos producción que una piscifactoría industrial y nuestro cliente realmente es el particular, el pescadero, o la hostelería. Producimos menos cantidad de trucha, pero nuestro trabajo es artesanal, no contamos con maquinaria, la trucha se mueve con sacadera, no hacemos engorde rápido a cinco meses, lo hacemos a ocho meses, es otro tipo de producción. Nuestra trucha es de calidad, tiene buena fama. Este es nuestro segundo año en la piscifactoría y estamos vendiendo un 60% más que el año pasado. Animo a la gente a visitarnos y a comer más trucha.